Estaba sentado en mi cama, por la mañana, hacía dos días de la operación y debía encender ya el aparato que me permitiría, por primera vez, oír. No tenía prisa en levantarme, como siempre, podía ver las luces de los coches pasando por mis paredes, ver las paredes aclararse a medida que amanecía, algunas mañanas veía las sombras de las gotas de lluvia resbalando por mi ventana. Pero esa mañana estaba nervioso, fuera todo estaba helado por el frío de esa noche. Todavía no entraba mucha luz, era una mañana oscura, rocé el aparato y lo encendí.
Me mareé cuando oí, cuando mil sonidos llegaron a mi mente. Por un momento pensé que el aparato estaba roto, que lo que oía era una tormenta o un terremoto. Me escondí debajo de la manta y oí un nuevo ruido, poco a poco entendí que era el roce de la manta con mi piel, que gran parte del ruido era de mi respiración, y el bombeo de mi sangre, que oía como tambores. Me volví a quedar dormido, agobiado por las nuevas sensaciones.
Horas después empecé a entender. Oí el agudo choque de una cucharilla en una taza, oí los motores de los coches que pasaban frente a mi ventana, oí moverse las ramas de los árboles con el viento, oí la madera del suelo crujir al levantarme (me puso nervioso oír mis pasos), oí como giraba el pomo de mi puerta mientras la abría, oí un sonido cálido, muy curioso, que no entendí, oí a mi madre decir algo que sólo entendí por signos “¿me oyes, cariño?”, oí su beso en mi mejilla, pero no oí las lágrimas que derramaba contra mi. Oí algo parecido a los motores de los coches, pero estaba en la cocina, descubrí que era la nevera.
Poco a poco, dentro de mí, oí las calles llenas de gente, oí las guitarras, oí los pájaros, oí disparos, oí ríos, oí las olas en la playa, oí a mi abuela coser, oí el viento en las velas de los barcos, oí pelar una naranja, mientras seguía en los brazos de mi madre oí la llamada de la curiosidad. Ahí empezó mi viaje.
viernes, 1 de febrero de 2013
jueves, 29 de septiembre de 2011
Y todos son uno.
Y el que grita,
y el que calla,
y el que se desespera,
y el que espera.
Y el que llora,
y el que no puede,
y el que corre,
y todos que no pueden;
y todos que esperan,
y todos que se desesperan,
y todos que lloran,
y todos que callan,
y todos que gritan
y corren todos
y no, no pueden
entender la puta,
guarra, dura vida.
Y todos viven
Y el que grita,
y el que calla,
y el que se desespera,
y el que espera.
Y el que llora,
y el que no puede,
y el que corre,
y todos que no pueden;
y todos que esperan,
y todos que se desesperan,
y todos que lloran,
y todos que callan,
y todos que gritan
y corren todos
y no, no pueden
entender la puta,
guarra, dura vida.
Y todos viven
domingo, 9 de enero de 2011
conocerme
Cada día estoy mejor vestido
y más vacío por dentro
cada día me preocupa menos el vacío
y temo más mirarlo de frente
cada día tengo menos valor para enfrentarlo
y menos espíritu aventurero para llenarlo de vida
y más vacío por dentro
cada día me preocupa menos el vacío
y temo más mirarlo de frente
cada día tengo menos valor para enfrentarlo
y menos espíritu aventurero para llenarlo de vida
miércoles, 22 de diciembre de 2010
martes, 14 de diciembre de 2010
Será que nos equivocamos...
¿Será que el bulto de tu nariz es,
de forma sorprendente, lo que te hace bella?
¿Será que te quiero no a pesar de,
sino por la desproporción de tu sonrisa?
¿Podrá ser que la mujer más bella
nació sin molde ni planificación?
¿Será que definimos mal la perfección?
Será que las normas no existen,
y que en tus ojos vive el mar.
de forma sorprendente, lo que te hace bella?
¿Será que te quiero no a pesar de,
sino por la desproporción de tu sonrisa?
¿Podrá ser que la mujer más bella
nació sin molde ni planificación?
¿Será que definimos mal la perfección?
Será que las normas no existen,
y que en tus ojos vive el mar.
jueves, 28 de octubre de 2010
Rechazo la soledad;
la odio, nos repelemos.
Y, sin embargo, sigo,
terco y tonto,
queriendo apostarlo todo
doble o nada,
rojo o negro,
rojo, sangre,
rojo o sangre,
muerte o pasión.
Sigo, terco y tonto,
buscando y ofreciendo
alguien con quien vivir
la vida. Pero
yo no veo que nadie
quiera eso, terco y tonto,
sino que comparten el camino...
ahora contigo, luego no,
mañana podría ser él.
Y, un día, tras mucho camino,
tras muchas compañías,
se empieza a entrever que
no hace falta cambiar.
Algo verás, o querrás ver,
que te gusta en su caminar.
la odio, nos repelemos.
Y, sin embargo, sigo,
terco y tonto,
queriendo apostarlo todo
doble o nada,
rojo o negro,
rojo, sangre,
rojo o sangre,
muerte o pasión.
Sigo, terco y tonto,
buscando y ofreciendo
alguien con quien vivir
la vida. Pero
yo no veo que nadie
quiera eso, terco y tonto,
sino que comparten el camino...
ahora contigo, luego no,
mañana podría ser él.
Y, un día, tras mucho camino,
tras muchas compañías,
se empieza a entrever que
no hace falta cambiar.
Algo verás, o querrás ver,
que te gusta en su caminar.
martes, 12 de octubre de 2010
sólo por escribir
Estaba limpia y la ensucié
Tenía uno y yo le di muchos
Encerrada, para siempre.
La puse en un poema
Y se cargó de significados
Que ya son suyos…
Ya no volverá a los tratados científicos
Ni a ser el fin tajante de una discusión
Sus minutos ya son estaciones
Y su pronunciación es muda
Tenía uno y yo le di muchos
Encerrada, para siempre.
La puse en un poema
Y se cargó de significados
Que ya son suyos…
Ya no volverá a los tratados científicos
Ni a ser el fin tajante de una discusión
Sus minutos ya son estaciones
Y su pronunciación es muda
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