jueves, 19 de noviembre de 2009

por culpa del bus

Poetas más horarios igual a desastre.
Las palabras esperadas empiezan a fluir cuando los segundos se ponen rojos. El reloj pita y el poeta le ignora.
Todos miran por la ventana. Unos ven caer la lluvia y llevan reloj. Otros, emocionados, ven como las gotas van creciendo antes de saltar... y aplastarse contra el suelo. Estos son los que no entienden como dos delgadas lineas metálicas, de menos de un centímetro, encerradas, atadas y sujetas a la muñeca, pueden regir la vida, los pasos, el sueño y la risa.
La exactitud del tiempo será aplastada por la generalidad de la poesía maldita. Y sino... al tiempo.

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