Maldita sea.
Creí que estabas estropeado,
girando siempre sin parar.
No parabas ni un momento
y a veces acelerabas
y otras casi te detenías.
Me engañaste, creí
que estabas roto
o defectuoso
y sólo estabas
dándome
el miedo correspondiente
al valor que alguna vez
creí tener.
No hay comentarios:
Publicar un comentario